El sonido de las cigüeñas, el eco de los pasos sobre los adoquines, y el aire de julio acariciando las fachadas de piedra. Así comenzó el paseo por Ampudia, uno de esos pueblos que parecen detenidos en el tiempo, donde cada rincón guarda una historia. Celebrabamos nuestro 29º aniversario de boda, y habíamos elegido este rincón de Tierra de Campos como parte de un viaje tranquilo, sin prisa, para disfrutar el uno del otro.
Un casco histórico que susurra historias
Ampudia (Palencia) recibe al visitante con su impresionante castillo del siglo XV, bien conservado y rodeado por campos dorados. Nos detuvimos un momento frente a sus torres, imaginando cómo sería la vida entre esos muros hace siglos. No pudimos entrar, pero eso no importó: el exterior ya era más que suficiente para alimentar la imaginación.
Calles con soportales y fachadas de antaño

El paseo siguió por la calle Corredera, con sus soportales de madera y casas tradicionales. La luz de la tarde caía oblicua sobre las fachadas, resaltando tonos cálidos, ocres y texturas irregulares que hablaban del paso del tiempo.
Como gran aficionado a la fotografía, yo no dejaba de señalar detalles: las aldabas, las puertas de madera maciza, los balcones floridos. Juani, por su parte, parecía disfrutar simplemente del silencio, de la calma que solo se encuentra en lugares así.
La colegiata y el rumor de lo eterno
El paseo les llevó hasta la Colegiata de San Miguel, imponente y sobria, como tantas iglesias castellanas. Entramos un momento, guiados tanto por la curiosidad como por la fe, y nos sorprendimos con su amplitud y el retablo dorado.
“Es un sitio que te hace sentir pequeño, pero en paz”, dijo Juani al salir. Yo asentí en silencio.
Un vino, una charla y la promesa de seguir viajando
Antes de marcharnos, nos sentamos en una terraza a compartir una copa de vino. Hacía calor, pero el atardecer comenzaba a suavizar la tarde. Brindamos por los años compartidos y por los que vendrán. Por la familia, por la salud, y por esa forma tan nuestra de viajar: sin mapas estrictos, sin checklists, solo con ganas de descubrir.